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CURIOSIDADES

Luces y sombras del Turno de Oficio. Por Manuel Valero

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Manuel Valero. Abogado y Letrado del Turno de Oficio. Ex Vicedecano del ICAM

Ingresar en el Turno de Oficio es muy recomendable para iniciarse en la profesión, aunque la prestación en este servicio público pueda conllevar luces y sombras.

Las luces son muchas. Es una verdadera escuela en cualquiera de los turnos que se elijan. La prestación está llena de experiencias prácticas, conocimiento del ámbito judicial y gratas complacencias en el servicio realizado.

Las sombras son los retos, dedicación y sacrificios que el abogado tiene que asumir.

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Adscribirse supone salir airoso en los cursos que el Colegio exige, según la materia que se elija y el coste de estos.

Si se opta por la jurisdicción penal, lleva implícito la realización de guardias de 24 horas, que en la práctica pueden convertirse en 48 o 72 horas, por los juicios rápidos.

Después, los procedimientos de los justiciables designados suponen una consagración diaria, siendo poco común que su duración no se alargue varios años.

Otro tanto exige la jurisdicción civil que, sin el imperativo de las guardias, suponen también cuantioso trabajo y considerable dilatación de sus procedimientos.

No así, si se escoge otras jurisdicciones, aunque éstas requieren una capacitación especifica y no menos empleo de estudio y tiempo en su tramitación.

Las Administraciones (estatal y comunitaria) compensan el trabajo concreto del Letrado mediante los precios establecidos en sus respectivos baremos oficiales que, hoy por hoy, no son justos, pues el prestador realiza muchos gastos no contemplados.

Sea cual sea el turno que se elija, son imperativas las Normas Reguladoras del Colegio, cuya observación debe ser minuciosa para el colegiado adscrito.

Igualmente, la prestación debe respetar las normas y criterios de los Códigos Deontológicos, cuya fiscalización ante una queja corresponde al departamento colegial.

No es, desde luego, una labor fácil, pero sí en la que se obtienen muchas satisfacciones con la buena defensa del patrocinado y que suele generar, por el boca a boca, clientes particulares.

Sin duda, estar en el Turno de Oficio, prestación de dimensión constitucional, supone garantizar la tutela judicial efectiva e igualdad ante la ley de los ciudadanos carentes de recursos, de modo que se honra al patrimonio moral de la Abogacía.

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