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CURIOSIDADES

Legal Design ¿Qué es y para qué sirve?

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Covadonga Bermejo Cosmen. Graduada en Derecho y ADE bilingüe por CUNEF. Estudiante del Máster de Acceso a la Abogacía y de la Especialización en Derecho del Mercado del Arte en la Universidad Carlos III.

La tecnología genera un impacto en todos los ámbitos y sectores, es más, los cambios impulsados por ella ocurren cada vez más rápido y modifican no sólo nuestra relación con el entorno sino también las interacciones profesionales. En este contexto dinámico y cambiante es imprescindible que los profesionales del Derecho se renueven constantemente, adaptándose a los avances tecnológicos.

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Hace apenas una década surgía en la Stanford Law School el Legal Design, que posteriormente se desarrolla no sólo en esta afamada universidad estadounidense sino también en el norte de Europa.

 

El término Legal Design combina la disciplina del Derecho Legal–con el Diseño Design–, y la Tecnología y es, en definitiva, la aplicación de la metodología del Design Thinking –que aspira a entender las necesidades reales de los usuarios y a ofrecerles soluciones a través de la generación de ideas innovadoras y eficaces– a la disciplina jurídica.

 

El Legal Design promueve, entre otras cosas, acercar el Derecho a aquellas personas sin formación en esta disciplina, logrando que el lenguaje jurídico sea accesible y comprensible para todos. De esta forma, es viable la creación de equipos multidisciplinares formados por abogados y otros profesionales como diseñadores o asesores, que además de comunicarse de forma más efectiva ofrecen un enfoque creativo en la solución de los problemas jurídicos y proporcionan al cliente un servicio más consistente.  

 

La metodología del Legal Design se divide en cinco etapas o fases:

  • Empatizar: el abogado escuchará al cliente para conocer sus preocupaciones, sentimientos, y comportamientos. Así, logrará detectará sus necesidades, así como potenciales problemas y oportunidades.
  • Definir: consiste en el análisis de la información proporcionada por el cliente para definir de forma precisa cuál es el problema jurídico. Para ello, existen herramientas muy útiles como los mapas mentales.
  • Idear: esta fase es la más creativa de todas pues implica la generación de ideas y la propuesta de alternativas y posibles soluciones. Una de las técnicas más conocidas para impulsar la creatividad es el brainstorming, que consiste en la generación rápida y no filtrada de ideas y su intercambio espontáneo entre los múltiples participantes.
  • Prototipar: en esta fase se diseña una posible solución a partir de las ideas previamente generadas.
  • Evaluar: en este momento el prototipo elaborado se comparte con el cliente, quien ofrecerá su feedback. Analizar la respuesta del cliente es muy importante ya que permite identificar posibles mejoras, así como entender de forma profunda sus necesidades y motivaciones.

 

 

En cuanto a los objetivos del Legal Design, para los profesionales de la Stanford Law School el primordial es garantizar un acceso a la justicia en condiciones de igualdad, aunque no el único. Con el Legal Design pretenden que las personas puedan entender sus problemas legales, así como conocer y defender sus derechos y, en última instancia, mejorar sus comunidades con dignidad y desde el empoderamiento. Para ello, la Stanford Law School ha creado “The Legal Design Lab”, un equipo de trabajo interdisciplinar cuya misión es formar a estudiantes de Derecho y a otros profesionales en el Legal Design, encontrar nuevos modelos de servicios jurídicos y tecnología a través del I+D y coordinar a distintos agentes para mejorar el sistema de justicia.

 

Una de sus iniciativas es el “Wise Messenger”, que permite a los tribunales enviar mensajes automatizados para recordarles citas o solicitando la realización de encuestas después de haber recibido un servicio. El objetivo es mejorar la navegabilidad por el sistema judicial, así como incrementar sensación de justicia procesal, esto es, que los ciudadanos perciban el sistema jurídico como justo, comprensible y fácil de usar. Otro de sus principales proyectos es la “Legal Issues Taxonomy (LIST)”, una lista recopilatoria que define codifica y estandariza los principales problemas jurídicos a los que se enfrentan los ciudadanos estadounidenses para que las organizaciones puedan comprender y desarrollar tecnologías que satisfagan las necesidades jurídicas.

 

Por otra parte, los beneficios de aplicar esta metodología son múltiples. Además de conseguir que el lenguaje jurídico sea más accesible para los legos en Derecho, permite a las empresas identificar las necesidades y expectativas del cliente, así como ser más transparente en la gestión de los datos, mejorando la responsabilidad social corporativa, evitando reclamaciones o demandas y, en última instancia, fortaleciendo su imagen corporativa.

 

Algunos ejemplos prácticos de utilización del Legal Design por abogados incluyen la redacción de los llamados “one-page contracts” (acuerdos de una página), el diseño o rediseño de documentos, la elaboración de dibujos para traducir las cláusulas de complejos contratos, la creación de infografías o guías e incluso la elaboración de softwares. En el sector tecnológico destaca la utilización del Legal Design para entender de forma sencilla y clara las cláusulas del GDPR (General Data Protection Regulation) o Reglamento general de protección de datos (RGPD), pues la mayoría de las políticas que contiene están redactadas de una forma compleja y con un aspecto poco amable para el usuario.

 

En conclusión, el Legal Design permite la adaptación progresiva de un sector tradicional como el jurídico en un entorno cada vez más tecnológico y donde las necesidades de los clientes requieren de un análisis global del entorno y un entendimiento profundo del problema jurídico para, en último lugar, ofrecer una solución creativa que satisfaga sus necesidades y motivaciones.

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