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Cómo mejorar tu redacción legal en 4 pasos

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Cuando somos muy pequeños, a lo largo de nuestros años en el cole y después en el instituto, los profesores nos enseñan a leer y escribir. Nuestra adolescencia es importante para desarrollar nuestras capacidades lingüísticas, para mejorar nuestra lengua hablada y escrita. Es en este momento cuando debemos hacer un esfuerzo con una actividad que, cada vez más, con el uso de las nuevas tecnologías y la llegada de las redes sociales, está cayendo en desuso: la lectura. Las personas que leen mucho suelen gozar de unas mayores dotes de redacción, tan importantes en campos como las ciencias jurídicas, donde la redacción y composición de textos jurídicos está a la orden del día.

 

Si durante tu adolescencia no eras de los que devoraba libros y hoy sientes cierta impotencia cuando te pones delante de un documento en blanco que debes rellenar, en esta entrada te damos algunos tips para mejorar tu redacción y hacer buenos escritos.

 

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1. Antes de enfrentarte al documento en blanco, prepara un esquema o guión con las ideas clave que quieres transmitir al lector: una introducción contextualizando el tema que vas a tratar, las 3 o cuatro ideas básicas que quieres reflejar y una conclusión clara y concisa.

 

2. Una vez tienes ese guion, es hora de desarrollar tus ideas. En este punto es importante:

  • Utilizar frases cortas y sencillas. Cuanto más largas y complejas sean las frases, más se perderá el lector en la idea que quieres transmitir.
  • Separa por puntos cada una de las ideas que estén relacionadas y por párrafos cuando cambias de una idea a otra diferente. Es importante que los párrafos no sean ni demasiado largos ni demasiado cortos. Si las ideas que quieres transmitir guardan relación entre ellas, desarróllalas en el mismo párrafo, si no es así, utiliza párrafos diferentes.
  • Utiliza conectores para hilar tus ideas. Los conectores ayudan al lector a diferenciar la información y a asimilarla más fácilmente:
  • Cuando vayas a enumerar una serie de conceptos o ideas utiliza: en primer lugar, en segundo lugar, además, asimismo, por un lado, por otro lado…
  • Cuando vayas a contraponer ideas puedes utilizar: No obstante, sin embargo, ahora bien…
  • A la hora de exponer un resumen o conclusión puedes emplear: Por tanto, con todo, en definitiva, de esta manera…
  • Si el formato te lo permite, utiliza negrita o subrayado para resaltar las palabras clave dentro de un párrafo. Con una o dos palabras por párrafo es suficiente.

 

3. Es importante saber el nivel de formalidad exigido en cada documento:

  • Si estamos ante un escrito jurídico, el uso de palabras formales y solemnes es imperativo. Posiblemente si estás empezando la carrera, muchos términos aún te sean desconocidos y no controles su significado, es simplemente cuestión de tiempo controlar todos estos conceptos y saber usarlos.
  • Si estamos ante una carta de motivación, lo habitual es utilizar un lenguaje que, aunque siga siendo formal, resulte más cercano y sea más personal. La formalidad no está reñida con la cercanía.
  • Cuando toca enviar un correo electrónico a un profesor, podemos utilizar un lenguaje más distendido, pues, con el tiempo, se está haciendo habitual olvidarse de ciertos formalismos (ahora es común dirigirse al profesor por su nombre de pila y no por su apellido). Pero por favor, dejemos los emoticonos para nuestras conversaciones de whats app con amigos.

 

4. Por último, recuerda que lo más importante que quieras transmitir debe estar incluido en la introducción y en las conclusiones de tu escrito.

Una buena parte de escribir bien se puede mejorar prestando atención a los errores y poniendo en práctica los consejos que anteriormente os hemos mencionado. Desafortunadamente, otra buena parte son dotes innatas de cada persona y dependen del tiempo que le hayas dedicado a leer desde que los profesores te enseñaron a leer en el cole. Así, si quieres ser un gran escritor, pon en práctica estos consejos y retoma el hábito de la lectura de libros. Utilizar las palabras correctas o saber usar las comas sólo se aprende leyendo. Y… ¡qué mejor actividad para las tardes muertas de verano que ésta!

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